La vida es una serie de acontecimientos que pasan por delante de nuestros ojos sin que nos demos cuenta. Nos derrumba, nos lastima y nos convierte en protagonistas de nuestras propias historias. Nos pasamos la vida huyendo, conociendo personas y dejándolas marchar. Tenemos demasiado miedo de nosotros mismos y de los sentimientos que esas personas acarrean en nuestro interior. Pero, de repente, un día aparece alguien que cambia esto por completo, que nos obliga a dejar de preguntarnos por qué. Y es que, en ocasiones, la esencia de las preguntas está en dejar de buscar una respuesta.
Ella es impulsiva, decididay con las cosas claras. Buscaba un reto y no paraba hasta conseguirlo. De coraza fuerte y corazón débil. Sus profundos ojos marrones son dibujos que hablan de cómo se siente. Si fijas tu vista en ellos puedes llegar a perderte en la inmensidad de sus pensamientos.
Él era dulce, capaz de hacer temblar al mundo con una sola palabra que saliera de su boca. Amante de los momentos insignificantes que aportan tanto y con la capacidad de enamorar con una mirada. Pero si hablamos de él, esto cambia, ya que nadie había sido capaz de mirar más allá de su corazón, nadie había podido entrar. A pesar de que ella fuera su punto débil. Sólo tenía que pedir que saltara para que él preguntara : ¿A cuánta altura?
"¿Sabes lo que significa estar a tres metros sobre el cielo? Bien, pues es como estar en el cielo pero mucho más arriba, es estar mejor que bien. es querer a alguien y bastarte con eso". Le dijo ella a él mirándole a los ojos e intentando ver más allá de su mirada, tratando de leerle el alma.
Para mí, significa dejarlo todo en manos de la suerte. Llenar uno de esos bombos de la lotería con un millón de nombres de todos los hombres del mundo y ¿sabes por qué?. Porque estoy segura de que si metiera la mano sacaría tu nombre aunque me empeñara en sacar otro, aunque metiera nombres repetidos para hacer trampa, sacaría el tuyo y esto es loq ue yo estiendo por suerte.
Todas las cosas tienen un final y es bueno saber que el final nunca lo encuentre. Y la verdad es que tú tienes todo el tiempo del mundo para poner en un bol todos los hombres de chicas del mundo y coger el mío. Siempre has dicho que es casualidad y sí, sacar una vez un papel puede ser casualidad, pero sacar dos veces el mismo, eso sí que es tener suerte.
Conozco muy bien que tú nunca has creído en esto, ni en la suerte, ni en las probabilidades. Ni si quiera en el amor. Y no sé por qué, pero llevo todo el día pensando en lo difícil que es decirle a alguien que le quieres y que precisamente por eso nos quedamos muchas veces a las puertas de ser felices. Y ahora estoy sentada en un bar mirando el fondo de mi copa ya vacía y puede ser por el alcohol o por que han vuelto a poner esa canción que tanto me recuerda a ti pero creo que igual ha llegado el momento de quedarme, de dejar de huir o tener miedo de volver aescuchar un "te quiero".
Me he cansado de pintar las paredes de mi habitación una y otra vez de recuerdos, de abrir cajones y encontrar fotografías que ya no valen nada. Me he cansado de que mi colchón te eche de menos y de que todo siempre se acabe por culpa de corazones cobardes. Y yo no pienso ser uno de ellos. Asi que estoy aquí intentando borrar lo que un día te hizo daño, intentando demostrate que me quieres o podrías llegar a quererme pero que te da demasiado miedo reconocerlo porque la última vez que entregaste tu corazón a alguien te lo rompieron. Y creéme cuando te digo que lo entiendo. Que yo también he pasado por eso, aunque en algún punto del camino tú renunciaste ala idea de que te mereces volver a sentir así. Renunciaste a la ilusión porque estabas cansado de soñar sin apioyar tu cabeza en la almohada.
Todos nosotros necesitamos algo a lo que aferrarnos. Ese algo que nos recuerde lo que hubo, lo felices que fuimos, el amor que sentíamos, el dolor que experimentamos o el sabor salado de las lágrimas que corrieron por nuestras mejillas, pero sobre todo, algo que nos recuerde por qué lo hicimos. Por qué en determinadas ocasiones nos lanzamos de cabeza, sin paracaídas ni casco a una piscina vacía.
Y a mí me gusta mirar esra historia desde fuera, como si fuera un apelícula, porque no quiero aceptar que me está pasando a mí. No quiero aceptar que no existe un botón para rebobinar ni que esto que vivo es mi propia realidad. Pero la realidad es que siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa en nuestras vidas. Saber cuándo cerrar una puerta y tirar la llave, ya que las cosas inevitablemente cambian y si no avanzamos nos quedamos anclados en el recuerdo de un pasado en el que ya no encajamos.
